«No puedes casarte con ella. La quiero». E iba a tener a su hijo.
El día de su boda, Stella White habría preferido estar en cualquier otro sitio, pero aquella boda de conveniencia le proporcionaría la seguridad de que su secreto estaría a salvo. Mejor dicho, lo habría hecho, si Gio Valenti, enemigo de su padre y multimillonario cuyas caricias la perseguían, no la hubiera detenido ante el altar.
Gio se negaba a renunciar a la mujer a la que deseaba y estaba embarazada de él. Pero la familia de Stella era responsable de la destrucción de la suya, por lo que se debatía entre la desconfianza y el deseo...